Menos experimentos y más tratamiento

¿Por qué pretendemos salir del alcohol por nuestra cuenta y rechazando la ayuda, sabiendo que nuestras posibilidades de fracaso son muy elevadas?

Es cierto que hay personas que lo han logrado, pero pocas. Y en caso de haberlo conseguido, sus reforzamientos y alarmas pueden peligrar si no se tienen en cuenta.

Dejar de beber es lo más fácil. Lo difícil es mantenerse.

Queremos salir por nuestra cuenta y «a nuestra manera» porque al estar intoxicados ( y probablemente con muchos años de consumo en nuestra espalda) tenemos esa sensación de control que no es más que el autoengaño al que nos somete el alcohol.

Si hemos enfermado, de control … ¡Nada! Nada de nada, pero nada en ningún aspecto y mucho menos en capacidades como por ejemplo la de superación o fortaleza que se necesita para salir de un infierno como este.

Por otra parte tenemos la ignorancia social de asociar ayuda con debilidad cuando precisamente es todo lo contrario: Fuerte es aquél que sabe pedir ayuda.

Los experimentos con el intento de abandonar el alcohol porque este ya nos ha superado y maneja a su antojo nuestra vida, suelen acabar en nada.

Se intenta de todo con tal de evitar la ayuda profesional o el tratamiento: Si beberé menos cantidades, con menos frecuencia, otros tipos de bebida, sólo en ocasiones, un cierto límite de copas, alternaré con bebidas sin, … etc.

En fin, una larga lista de intentos que no suelen tener éxito no por falta de fuerza de voluntad o buena intención, sino porque los hacemos y seguimos sin criterio y pautas necesarias para conseguir las herramientas adecuadas para esta empresa.

Por eso la ayuda es tan necesaria cuando se ha enfermado de alcoholismo.

Aparquemos la vergüenza, la culpabilidad, el qué dirán, y los pensamientos negativos y autodestructivos, pidiendo ayuda.

Menos experimentos y más tratamiento.

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