¿ Me estoy volviendo loco?

Esta pregunta retórica tan habitual en los enfermos alcohólicos por el hecho de actuar y comportarse de un modo completamente inadecuado y muchas veces en contra de nuestra moral, valores, y principios, tiene respuesta ambigua. ¡No, pero sí!

No, no estamos locos, estamos enfermos. Sí, si nos comportamos con paranoia, obsesión, brotes psicóticos, potenciando todos nuestros estados de ánimo y emociones con negatividad y virulencia: la agresividad, la melancolía, la depresión, etc. y tal vez en ese «sí» esté a lo que definimos como locos.

Desde luego los ejemplos de cosas, sucesos, o circunstancias anormales o que no haríamos fuera de la intoxicación es infinita: Tal vez el 99% de comportamientos los evitaríamos o como mínimo lo intentaríamos.

Aquí es donde después vienen las frases de angustia e impotencia de los familiares y seres queridos cuando se refieren a la persona como persona y no como enferma. «Es qué no sé porque actúa de este modo si es muy buena persona» «Cuando no bebe es un trozo de pan» » Cada vez que consume, se transforma»…

Creo que la sociedad en general se olvida que cuando hablamos de alcohol lo estamos haciendo de una potente droga que altera nuestra percepción y conductas. Esa falta de interpretación y significado verdadero del alcohol hace que después nos hagamos este tipo de planteamientos.

El alcohol es una droga en todos los sentidos, una droga muy dura, le guste a quien le guste. Lo que no podemos pretender es que alguien que abusa, bebe en exceso, tiene un consumo y trayectoria prolongada, o cuando toma alcohol pierda el control es que actúe de la misma manera que lo haría cómo si fuera sobrio.

En este sentido, los alcohólicos que reconocemos nuestra enfermedad somos unos privilegiados porque hay muchas patologías severas mentales sin o de difícil explicación y nosotros, al menos sabemos el origen.

Cuando comprendí que era alcohólico sentí un alivio muy grande porque entendí que tenía una enfermedad y no una «locura».