¿Por qué me cuesta tanto conseguir dejar de beber?
Probablemente será porque seguimos consumiendo y hemos desarrollado una necesidad imperiosa de hacerlo, que nos hace ofrecer una tremenda resistencia a dejarlo, porque no imaginamos un mundo sin alcohol.
Todo nuestro aprendizaje ha sido con alcohol: las primeras salidas de ocio en la juventud, las primeras relaciones sociales, las primeras parejas o pareja, el primer trabajo, … el desarrollo en sí vital.
Decirle a un alcohólico que ya no podrá beber nunca más es un tremendo palo que nadie suele asimilarlo o aceptarlo sin más. No es algo sencillo tener que «diseñar» un mundo completamente nuevo cargando con la herencia del anterior.
Nos cuesta dejar de beber porque realmente no sabemos hacer nada sin consumir.
Hemos basado y visualizado nuestra recompensa futura en un mundo donde hay alcohol. Tener que dejarlo … es romper todos nuestros falsos sueños y fantasías que nos parecían tan reales por la intoxicación.
Los alcohólicos no buscamos el placer de beber, buscamos el efecto.
Una vez enfermados, sin ese efecto nos sentimos más perdidos. no sabemos afrontar las situaciones sin alcohol, sentimos miedo y ansiedad de vivir si él, nos sentimos desamparados e inseguros.
La resistencia y no aceptación de esta enfermedad se debe a eso.
El sueño de todo alcohólico es continuar bebiendo y no sufrir consecuencias por ello, y eso … es imposible: No se puede estar en misa y repicando las campanas a la vez.
Como digo siempre: dejar de beber para un enfermo alcohólico no es una decisión, es «la» decisión.
Por muy difícil y complejo que nos parezca, si queremos vivir … es la única alternativa que nos queda. ¡No hay posibles negociaciones!
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Me ha gustado mucho lo que me ha dicho mi hijo de 10 años al ver en un bar una «oferta» en cubatas:»el alcohol es malísimo,mami….menos el de curar las heridas…»