Maestros del chantaje

 

Los alcohólicos sabemos crear la necesidad de dar compasión, que nos tengan pena, que se sientan culpables los demás de reñirnos o reprocharnos, incluso de que se sientan mal por cómo nos han tratado aunque tengan todos los motivos del mundo y más.

Desarrollamos un extremado sentido de la manipulación y por supuesto, el chantaje emocional forma parte de ella.

Ese chantaje se trasmite de varias formas: Desde las «caritas» de arrepentidos en los días post-abuso, las mil y una manera de pedir perdón que utilizamos, las frases victimistas e implícitas como «No me dejes, sin ti no sabría que hacer. Me moriré si te marchas o me dejas. Si tú no me ayudaras me hundiría…»

Estas expresiones tienen trampa: Adulan y hacen sentir necesario e importante al familiar para luego traicionarles y meterles la puñalada trapera.

Los alcohólicos somos enfermos y nuestra enfermedad (drogadicción) hace que hagamos y actuemos como sea, caiga quien caiga, sin importarnos los sentimientos de los demás, mientras podamos conseguir nuestra dosis.

La prioridad es clara:consumir. ¿Qué para ello hay que interpretar varios papeles, adaptarse a las circunstancias del entorno, o mentir y engañar constantemente para lograrlo? No lo vamos a dudar;lo haremos.

En el momento en que un familiar o alguien del entorno es consciente y se da cuenta del juego que utiliza el enfermo y decide no entrar en el, esta misma persona deja de ser una aliada y pasa a convertirse en una amenaza (este suele ser el rol del malo de la película, el que dice la verdad y pasa de caer en las argucias y trampas del enfermo).

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