Los no amigos de un enfermo alcohólico

 

La paradoja del enfermo alcohólico es que aparentemente da la impresión que tiene muchos amigos,pero cuando en realidad ha enfermado,no tiene ninguno,incluso no es amigo de sí mismo.

Los alcohólicos (la mayoría,porque hay tipologías de consumo como el alcoholismo femenino que sucede todo lo contrario,bebiendo en solitario y a escondidas evitando el contacto social en lo máximo posible) tenemos una gran capacidad de relación social y popularidad. Nos suelen conocer en y de muchos sitios. Nuestra forma de vivir alternando constantemente nos hace conocer a muchas personas. No son amigos,son simplemente eso…,conocidos.

Nuestra inseguridad y falta de confianza en nosotros mismos,nuestra necesidad de la aprobación ajena,y el intentar agradar siempre a los demás,hace que vivamos disfrazados de simpáticos,agradables,encantadores,y amables.

Si es necesario invertiremos media vida en lograrlo:invitando,derrochando y despilfarrando,gastando dinero o quitándolo  de nuestra economía familiar o laboral para caer bien a gente a la que ni siquiera le importamos.

Ese alarde de generosidad y de ser espléndido no es más que una conducta nuestra muy propia de manipular y comprar la compañía.

A lo que llamamos amigos se le dice cómplices,compinches,camaradas de barra,socios de consumo,o personas que están en la misma situación que nosotros.

¿Y los verdaderos amigos…dónde están? Fueron huyendo y desapareciendo con cada copa que nos íbamos metiendo. Los verdaderos amigos,los que nos querían,nos amaban,nos intentaban ayudar,…se cansaron de contemplar y vivir siempre la misma historia.

El destino de un alcohólico es quedarse solo. Pero no solo consigo mismo,porque no somos capaces de soportarnos. Es una soledad diferente,una soledad en compañía de la botella.