Los niños … ¡Sí se enteran!
No subestimemos la capacidad de comprensión de los niños, y menos la de los adolescentes y jóvenes.
Ya sabemos que el alcoholismo nos mantiene en un estado anestesiado permanente, pasándonos desapercibidas muchas situaciones, entre ellas el pensar que nuestros hijos no se enteran de nada. Pero la realidad es muy diferente: Los niños puede que aparenten no enterarse, pero lo absorben y comprenden todo muy bien.
Es cierto que ellos no opinan, no interfieren, no nos juzgan sino que más bien nos idolatran, pero la enfermedad del alcoholismo no es temporal sino crónica y al final, todo se descubre, delata, y sale a la luz.
Ningún enfermo alcohólico puede disimular y camuflar sus comportamientos y conductas eternamente. Nuestra actitud, ahora «tolerada», en un futuro será juzgada y nos pasará la factura correspondiente. En esa factura se incluirán muchas cosas que pagar de las que ni sabíamos que habíamos hecho o estropeado, entre ellas nuestra actitud durante la educación de nuestros hijos.
Es muy grande la huella y el rastro que va dejando un comportamiento alcohólico. Por eso, intentemos todos aquellos que padecemos esta enfermedad y todavía no la hemos querido reconocer ni aceptar, tener un momento de lucidez en nuestra intoxicación constante y comencemos a contemplar como mínimo la posibilidad de parar toda esta situación vertiginosa que nos conduce a una existencia caótica.
No negociemos más ni esperemos a que «el tiempo lo cure». Seamos maduros y adultos por una vez y pongámonos en tratamiento dejándonos ayudar.
Como antes tomemos esa decisión, más sencillo y fácil de arreglar será recomponer muchos aspectos de nuestra vida que por el consumo hemos destruido.