¿Qué es lo más malo que has hecho? – Me pregunta con curiosidad un adolescente.
Es impresionante y enriquecedor poder interactuar con personas que todavía no tienen la mente podrida por la sociedad y preguntan con inocencia pero con una lógica aplastante sobre el tema del alcoholismo cuando les doy una charla.
Ellos no están condicionados y preguntas lo que les viene a la mente, sin filtros ni inseguridades.
Llevo seis años en las redes sociales, en los medios de comunicación, en conferencias por casi todos los municipios, en foros presenciales como ponente, escribiendo libros, etc. como alcohólico que habla de su experiencia e intenta trasmitir cómo funciona nuestra mente, pero no hay nada más gratificante y que me enseñe más que las propias preguntas de los chavales o jóvenes.
Pienso que es el «mastaer de los masters». ¡La especialización total! Sus preguntas delatan mucho el por qué ellos también quieren beber o lo hacen, o lo contrario: ¿Por qué no deben hacerlo?
«¿Qué es lo más malo que has hecho?»
Ante esta pregunta, me quedo por un instante parado y reflexiono (buena señal, se nota que ha despertado mi interés y mi curiosidad). Enseguida utilizo mi «traductor alcohólico interno» y descubro qué lo que me está preguntando en realidad es algo que se está preguntando él mismo, como si me tomara a mí de referencia para evaluar sus posibles consecuencias si sigue consumiendo o perdiendo el control. La pregunta es retórica: ¿Hasta adónde puedo llegar cómo siga bebiendo cómo este tío?
«¿Lo más malo que he hecho -respondo con una media sonrisa- ¡Todo! Todo lo que he hecho y lo que no he hecho porque las emociones y las decisiones de mis últimos veinticinco años no han sido sentidas ni tomadas por mí, sino por la botella.»
Probablemente, el joven esperaba una respuesta anecdótica con morbosidad implícita pero contesto de otro modo más genérico para que se conciencien de que no hay cosas más buenas o más malas si has enfermado de alcoholismo, sino todo el proceso en sí ya es «algo malo».
No hay un equilibrio moral, un consenso, o un baremo real desarrollado para «medir» las consecuencias. Lo que sucede es que la sociedad no tiene miedo al alcohol hasta tal punto que ni siquiera lo considera una droga cuando este se toma en exceso, abuso, o mal uso.
Pero cuando no hay consecuencias trágicas (afortunadamente) o daños colaterales, estas se minimizan y esto es un grave error de falta de conciencia sobre la enfermedad porque, que no pase nada que consideren malo o grave no significa que en un futuro muy inmediato, si somos alcohólicos, suceda.
2 Comments
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lo mas malo que he hecho, es no hacer nada……
Bona resposta Mica