Lo insoportable que es llevar una doble vida.

Un enfermo alcohólico no dice «algunas mentiras» si no que de tanta necesidad de mentir  acaba por «duplicarse»en  dos o más personas dentro de un mismo cuerpo para en una de ellas poder estar siempre mintiendo.

Esa doble o múltiple personalidad inicialmente ( ese inicialmente puede durar muchos años) es lo que le permite sobrevivir en su enfermedad y el submundo del consumo porque ahí se mueve como pez en el agua y puede vivir de la apariencia, jactarse y demostrar que él controla, que todo le va de maravilla, e incluso presumir de saber beber sin consecuencias.

La otra vida, la real, va desvaneciéndose o es apagada por la fuerza y el ímpetu que adquiere su nueva personalidad a medida que va adentrándose en el proceso de enfermar.

Cuando me refiero a mentir parece que lo hago de una cosa normal y suave pero en el vocabulario alcohólico las connotaciones y sentidos tienen varias interpretaciones: mentira, excusa, trama, chantaje emocional, chanchullo, insensibilización emocional, intereses creados, complicidad, confabulación, fantasía desbordada, etc.

Al entrar en el infierno del alcohol, uno ya no sabe quién es en realidad. Por mentir, mentimos tan bien que hasta llegamos a creernos nuestras propias mentiras. Es una situación algo surrealista y psicodélica: De tanto mentir, ya no sabemos si lo que decimos o hacemos es real o es invención.

Los alcohólicos ofrecemos una tremenda resistencia a aceptar nuestra enfermedad que la conducta de mentir y engañar llega a formar parte de nuestra vida como la de cualquier necesidad básica para sobrevivir como es el alimentarse o respirar.

Comprendo que lo que voy a decir es difícil de entender para una mente sana, pero a un alcohólico no le pidamos que deje de mentir sino que deje de beber, porque sólo puede acabar con esa mentira de su vida si acepta y reconoce que está enfermo y se pone en tratamiento ya que ser sincero y honesto y seguir bebiendo … es imposible.