Lo difícil es mantenerse

La motivación inicial en cualquier empresa o proceso que comencemos suele ser muy fuerte si existe una intención real y sabemos que esta puede cambiarnos la vida o darnos unos beneficios a un plazo determinado, de bienestar o mejora.

En el caso de la enfermedad del alcoholismo, después de dar el gran paso de gigante que significa aceptarse enfermos, pedir ayuda, y comenzar una recuperación, sucede exactamente lo mismo. Todos queremos ponernos bien y acabar con esa maldita condena de la botella. Todos comenzamos (siempre que tengamos esa intención real y predisposición a recuperarnos) con mucha fuerza y depositamos energía, esperanza, e ilusión.

Ver como al dejar de beber y empezar a cambiar conductas, viejos hábitos y costumbres, y la forma de pensar junto a nuestro estado de ánimo que va mejorando día a día, nos satisface y nos da un extra de motivación que nos hace seguir hacia delante con mucha fuerza.

Con el tiempo, esa fuerza, si no se mantiene viva … corre el peligro de apagarse o desgastarse.

Cuándo me preguntan que hacemos o de que hablamos en una terapia, no puedo responder el trabajo interior, la reflexión e introspección de años en unas solas palabras que puedan aclararlo. Casi diría que es necesario vivirlo para saberlo.

Sin embargo, sí puedo anticipar que no nos rendimos nunca de hablar de conceptos y su significado más profundo de palabras como: perseverancia, constancia, firmeza, paciencia, tenacidad, reflexión, entereza, humildad, honestidad,…

Todo son conceptos para conseguir mantener esa actitud tan buena y positiva que nos ha llevado al cambio. mantenerla eternamente y estar concentrados para cuando nos vengan mal dadas, no nos acordemos de nuestra “amiga” la botella y caigamos en su trampa.

En fin, todo se resume en lo siguiente:

No sirve de nada nadar para acabar muriendo en la orilla

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