Que las «felices fiestas» sean felices de verdad.
Demasiada felicidad deseamos para luego no aprovechar la propia nuestra.
Está muy bien la Navidad, las fiestas, el aroma que se respira a felicidad y amor, bla, bla, bla, pero en la vida de un alcohólico, de una persona que convive con él, de un bebedor de riesgo y con frecuentes abusos en el consumo, o de jóvenes que comienzan a iniciarse, estas fiestas se convierten en el escenario ideal … para joderlo todo.
Corre demasiado alcohol, y evidentemente aquellas personas que no tienen problema con él no les supone ningún riesgo. Pero a «los del otro bando», a esos que el alcohol es el causante de la ruina y destrucción de nuestras vidas, durante estos días la permisividad y fácil accesibilidad a él, hacen que cada fiesta (tenga el nombre que tenga) sea entrar en «territorio comanche» o «primera linea de fuego».
Por eso, sin necesidad de extenderme ya que a buen entendedor pocas palabras, que cuando escuchen eso que tanto se repite automáticamente sobre «felices fiestas», vayan con cuidado, presten atención, tengan las alarmas puestas y se propongan el simple propósito de no abusar o beber demasiado.
Puede que tal objetivo no les parezca muy extraordinario, pero les aseguro que aunque ellos no lo vean, lo crean o lo piensen, haciendo esto harán felices de verdad a muchas personas, especialmente a sus familiares, y lo de «felices» … será real.