Ladrones de sentimientos

«Algún día en cualquier parte,en cualquier lugar te encontrarás a ti mismo,y ésa,sólo ésa,puede ser la más feliz o la más amarga de tus horas» Pablo Neruda

 

Embaucadores,seductores,encantadores de serpientes,halagadores,aduladores,…cualquier calificativo de estos sería apropiado para la mayoría de alcohólicos.

Somos un tipo de enfermos muy camaleónicos: tenemos la capacidad de adaptarnos a cualquier situación o contexto de una forma sorprendente.

No hay duda de que el interés siempre es el consumo. No se limita sólo a beber,sino a buscar tiempo,recursos y excusas para ello.

Por lo tanto,desarrollamos esa cualidad con un fin muy claro.

Pero esta conducta tan propia de nuestra enfermedad en la que priorizamos la bebida ante cualquier otra circunstancia de la vida,nos lleva a volvernos insensibles con los sentimientos y emociones de los demás.

Tal vez no lo hagamos de un modo consciente,pero lastimamos con frecuencia a todas esas personas que confían en nosotros.

Nos llegamos a convertir en ladrones de emociones. Nuestra vida sentimental es puro teatro,y la función finaliza cuando se acaba la opción de consumir sin ser cuestionados o reprochados.

De todos modos la inestabilidad de un enfermo alcohólico no es exclusiva de la vida emocional,sino de todos los aspectos de nuestra vida.

Empezamos mil trabajos,relaciones,amistades,objetivos o proyectos,y nunca acabamos ninguno,bien porque nos cansamos o simplemente porque elegimos otra cosa pensando que ello nos va a llenar el vacío que nos produce el alcohol.

Mientras consumamos y no nos pongamos en tratamiento y recuperación,esa inestabilidad permanecerá ahí. No importa a dónde huyamos,porque ella vendrá con nosotros.