La sociedad frente a la enfermedad
En el alcoholismo, vemos tres públicos muy diferentes: consumidores, bebedores de riesgo o enfermos, por una parte. Familiares afectados por la codependencia y efectos colaterales de la enfermedad por convivir con algún enfermo. Y, por último, una gran mayoría de la sociedad en general que, por desconocimiento e ignorancia de la enfermedad, necesitaban tomar conciencia de la gravedad de ella.
He defendido y me he mantenido firme siempre en la postura de que es una enfermedad colectiva y no individual como siempre se intenta abordar su problemática. Es una enfermedad es invisible al saber pasar desapercibida y camuflada porque no es sencillo distinguir entre bebedor o enfermo y especialmente en que no es lo mismo recuperación que abstinencia.
Sobre estos pilares he fundamentado continuamente la información publicada y ha sido la base para conseguir la meta propuesta en el inicio de su creación. Los años, el trabajo y la relación diaria con esta enfermedad y mi experiencia me han llevado a la conclusión genérica de que, de una manera u otra, casi todas las personas por un motivo u otro y a lo largo de sus vidas viven algún tipo de situación o circunstancia relacionada con el alcohol.
En este s. XXI con esta sociedad tan asfixiante y con una enorme presión y competitividad, existe un tubo (consumo, adicciones, dependencias a sustancias o personas, toxicidad y contaminación de los valores) que lamentablemente me hace concluir que todos acabamos pasando por él.
Hay que ser muy honestos consigo mismos si realmente queremos salir de este infierno. Podemos hablar siempre de conductas, de comportamientos, de tipos, formas y maneras de consumir, de cantidades y frecuencias, de consecuencias, de lo que queramos hablar, pero si no somos capaces de reconocer que todo nuestro pasado hay que apartarlo , ver cómo era realmente nuestra vida y no como creemos que es, será muy complicado recuperarse de esta enfermedad.
El camino de la recuperación alcohólica es uno. Se puede hacer de muchas maneras; puede variar el tiempo y duración, el ritmo, la dificultad, … pero no hay atajos: el camino debe hacerse entero. Y la recompensa es la propia recuperación.
Por una parte, el alcoholismo no se cura, se trata. Y con ayuda, para poder lograr seguir las fases de su proceso si se quiere llegar a recuperarse: desintoxicación, deshabituación, rehabilitación y reinserción social con una nueva vida lo mas lejos de quienes eramos.
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