La penitencia … para los pecadores, nunca para los enfermos.

Los enfermos alcohólicos no somos viciosos, pecadores, locos, o malas personas, simplemente (por mucho que a esta sociedad les cueste entenderlo) … somos eso; enfermos.

No pretendo justificar ningún comportamiento por las situaciones posibles y muchas veces trágicas que se desencadenan por el abuso y mal uso del consumo, pero por otra parte tampoco voy a estereotipar y mucho menos estigmatizar a alguien por ser alcohólico, evidentemente en primer lugar porque yo también lo soy, sino que considero que lo que se debe hacer es intentar a ayudarle como ayudaríamos a cualquier otro enfermo.

El problema de este estigma social radica en los comportamientos y en trastornos asociados muchas veces patológicos que acompañan a esta enfermedad.

Pero vivo cada día, cada hora, y cada minuto el trato con personas como yo, alcohólicas y lo que más me molesta es que cuando consiguen acercarse «solo» a informarse para pedir ayuda, se sienten tan sucios, viciosos, e incluso pecadores por comportarse de un modo que seguro que si no tuvieran las conductas mentales alteradas, ese desajuste emocional, tan poca autoestima, y ese remordimiento y culpabilidad que les atormenta por culpa del consumo prolongado, por su mal uso, o abuso no actuarían de este modo.

La enfermedad es compleja porque depende del propio sujeto el querer o no querer salir de este infierno, pero nunca debemos olvidar dos cosas: que detrás de cada enfermo hay una persona, y la segunda, que esa persona … puede ser alguien muy querido.

¿Penitencia? ¡No, tratamiento y recuperación! Estamos en el S XXI, las flagelaciones ya se extinguieron.