La factura

Los enfermos alcohólicos pretendemos recuperarnos como si fuéramos un coche que entra en el taller porque se ha estropeado y queremos que lo arreglen, lo revisen, lo pongan a punto, y lo dejen «como nuevo».

En primer lugar, esta enfermedad es más psicológica y emocional que física, por lo que esta idea ya no encaja en el proceso de recuperación.

Por otra parte, nos «hemos labrado» una trayectoria con el abuso o el consumo prolongado a lo largo de años o décadas que nos ha dejado un aprendizaje y una herencia alcohólica que no se va sólo con dejar de beber.

Todo comportamiento tiene sus consecuencias, y especialmente una conducta tan pronunciada e impregnada  como es la que provoca el alcoholismo que no desaparece en una par de semanas.

Los alcohólicos, cuando entramos en ese «taller» para arreglarnos, no lo hacemos simplemente estropeados o con un mal funcionamiento, sino que muchas veces por decirlo con sencillez, hay que cambiar el coche completo.

La enfermedad no solo tiene sus consecuencias (que no son pocas), también pasa una factura.

¿Factura? Sí, factura. Antes de «estar bien» hay que trabajar muchos aspectos comportamentales, cambios internos y externos, formas de pensar, ideas y asociaciones, conceptos mal aprendidos, esquemas mentales erróneos, y especialmente las conductas que nos caracterizaban cuando nos escondíamos y refugiábamos tras la botella. Arrogancia, soberbia, inmadurez, inmediatez de resultados, orgullo, prepotencia, autosuficiencia, falsa humildad, carencia de honestidad, manipulación, y un largo etcétera casi interminable.

Aunque dejemos de beber, nuestra actitud cambie, el entorno se relaje, los nuestros vuelvan poco a poco a confiar en nosotros, la vida nos vaya sonriendo, y los cambios realizados se vayan notando, hay una cierta lista de deberes que debemos hacer bien hechos: perdonar y perdonarnos, crecer, evolucionar, y madurar, tener una actitud positiva ante la vida sin ser dependientes o tener necesidades que nos condicionen, despojarse de esa maldita sensación de vacío o que algo va a pasar malo que tanta huella nos ha dejado el alcohol, intentar mejorar y comprender lo que ha sucedido por causa del consumo, etc.

Por eso, la recuperación es un  proceso. No se trata de cuántos días lleves sin beber sino de por estar sin beber cuántos días lo estás haciendo correcto para no regresar al infierno del que la iniciamos.

La factura se paga con trabajo, esfuerzo, y mucha comprensión de la enfermedad. Quien así lo hace, sin duda alguna obtiene su recompensa: una vida tranquila y sin sobresaltos.

1 Comment

  1. Martin James en Facebook el 11 abril, 2016 a las 4:29 am

    El peaje que pagamos es el de tener que reinventarnos en vida y cambiar por completo, los pensamientos se pueden reestructurar con terapia cognitiva, cuando dejamos de beber nuestra cabeza es como una jaula de grillos, se tarda mucho tiempo en qLeer más ..

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