La desesperación familiar, por muy lógica que sea, no ayuda.

La desesperación familiar para con el enfermo alcohólico con que conviven, es del todo normal y comprensible. Es un sinvivir de años o décadas de intentos, ir y venir, buscar alternativas varias, negociaciones con él, cesiones, perdonares, nuevas oportunidades constantemente, creencias frustradas de cambio, e infinidad de promesas incumplidas por parte de éste que llevan a enfermar a todos los que están involucrados en el proceso.

El patrón siempre es el mismo: Los familiares terminan por no creerse nada, flaquear en la ilusión de que el enfermo rectifique y lo consiga, desgastarse y agotarse, hasta que ya entran en una fase de pseudo-rendición en la que prima el «no hay nada que hacer» o «Lo hemos intentado todo».

Todos (expertos, científicos, profesionales, familiares, etc.) coincidimos en que el único que tiene la decisión es el enfermo, por lo tanto, por mucho que se implique el resto, si éste no quiere reaccionar resultará imposible la recuperación.

Pero por muy desesperados y decepcionados que estén los familiares, soy de los que creen que nunca hay que arrojar la toalla y rendirse. No lo contemplo como una opción. Es más, por experiencia sé que hasta aquél que parece más irrecuperable puede darnos una sorpresa y acabar por rectificar.

Lo que sucede es, por muy positivo y optimista que sea, que no siempre sale bien, desgraciadamente.

No pretende dar ánimos creando falsas expectativas, porque comprendo y empatizo con totalmente con los familiares, pero si sé que el acabar entrando en el juego que el alcohólico desea (conflicto, reproches, enfados, discusiones, etc) no ayuda. Nunca es una alternativa, ni mucho menos una solución.

¿Cuál es entonces la solución o la forma de actuar? ¡No lo sé! Decir lo contrario sería mentir. Pero lo que tengo claro es que los familiares deben transformar esa energía de desesperación en una estrategia de actuación diferente e ir probando o buscando siempre alternativas, porque por muy difícil que sea … nada es imposible.

No sé si les puede servir de consuelo o ayuda, pero la persona que más complicada veía que pudiera ya no recuperarse, sino estar unos meses sin beber, …era yo mismo.

Todavía hoy me pregunto: ¿Qué pasó por mi cabeza para que un buen día me dijera «Estoy harto de estar harto» y decidiera acabar con el infierno del alcohol?

Es cierto que no tengo muy claro el detonante de esa bendita decisión, pero sé que el contar con una familia y su comprensión y apoyo, al menos me sirvió de referencia y punto de partida para volver a intentarlo después de haberlo hecho miles de veces sin éxito.

En resumen, echar más leña al fuego … sólo consigue avivarlo.

3 Comments

  1. Carmen Forteza Coll en Facebook el 8 octubre, 2016 a las 6:14 am

    Un largo y dificil camino,pero no imposible!!…y las estrategias las vas encontrando sobre la marcha.

  2. Mateo Elias de Quiros en Facebook el 8 octubre, 2016 a las 7:12 am

    Después de tantos intentos fallidos, promesas, juramentos etc, que hemos hecho durante nuestra trayectoria alcoholica, el familiar está harto de que le digamos y no hagamos, llevamos muchos años prometiendo, pero estoy de acuerdo y comprobado peLeer más ..

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