En la comparación está el fracaso.

«Cada enfermo es diferente pero la enfermedad es la misma»

Cuando hablamos de alcoholismo como enfermedad, observando el consumo superficialmente no podemos buscar patrones ( Obviamente excepto de conductas), ni logaritmos o ecuaciones, ni fórmulas o métodos que nos dirán con exactitud quién va a enfermar y quién no. Eso es más de película de ciencia ficción.

A nosotros nos toca vivir y basarnos en la realidad para frenar esta situación que se nos desborda y hace agua por todas partes.

Lo primero, tener claro que tanto con el alcohol como sin él, cada persona es un mundo.

Los perfiles del «futuro» alcohólico se pueden predecir con bastante fiabilidad pero nunca con absoluta certeza a través de estudios de investigación valorando el consumo personal (cantidades, frecuencias, trayectoria) y los factores psicologícos y ambientales (con quién va, cómo bebe, por qué bebe o por qué necesita beber, qué ha vivido anteriormente para que necesite hacerlo, etc.)

Pero nunca podemos hacer «quinielas a ojo». Sería una exageración decir que todo el mundo que bebe será alcohólico, pero sin embargo sería una evidencia afirmar que todo el que ha enfermado de alcoholismo es porque bebe.

Más que el causante o desencadenante de la propia enfermedad yo buscaría y me mojaría atreviéndome por mi experiencia a afirmar, que el motivo de esa tremenda resistencia a reconocerse, aceptar y asumir el alcoholismo en cada enfermo es la comparación.

Todo esto viene a colación de que cuando uno ya está en la senda del infierno del alcoholismo, cuánto antes reaccione, más fácil le resultará desviarse y tomar esa salida llamada «vida».

Por eso, la comparación social es una crónica del fracaso: Ampararse y refugiarse en «el todo el mundo bebe, los otros beben más que yo o yo no bebo tanto como esos o aquellos, de la misma manera o con la misma intensidad o frecuencia», por mencionar algunas de las comparaciones sociales en cuanto al consumo más populares y recitadas.

Que cada uno sepa cómo bebe y como le está afectando. Que se preocupe especialmente si debido a ese consumo está padeciendo consecuencias físicas o psico-sociales, y por último y lo más importante, que deje de mirar a los demás y compararse.

No es que sea pesimista, pero desgraciadamente la sociedad que representamos nos es ni mucho menos el espejo en el que necesitamos reflejarnos en lo que concierne al consumo responsable. Más bien, en este aspecto, es una sociedad bastante enferma o … un espejo muy empañado.

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