Hay que limpiar el espejo en el que nos reflejamos

 

El decir que negamos la enfermedad, que no nos reconocemos como tales y que ni tan siquiera, en muchas ocasiones, aceptamos tener un problema, es una conducta muy propia nuestra, la de los alcohólicos.

Tenemos una imagen y un concepto de nosotros mismos muy distorsionado.Tal vez la intoxicación sea la culpable que nos veamos muy distintos de cómo somos en realidad.

Los alcohólicos cuando nos miramos en «nuestro espejo» no vemos nada extraño. Pensamos incluso, por muy incoherente que suene, que lo hacemos todo bien, que tampoco es para tanto cuando somos reprochados, que lo que hacemos es algo normal y que lo hace todo el mundo. En esos momentos de plenitud de soberbia y arrogancia presumimos de autosuficiencia, de independientes, de saber controlar la situación, de tener mucha experiencia, y de hacer las cosas como toca.

Nada más lejos de la realidad. ¿Cómo somos realmente en cuatro pinceladas? Torpes, quejicas, víctimas, dependientes, manipuladores, nos ahogamos en un vaso de agua, no sabemos hacer la o con un canuto, necesitamos de los demás para que nos resuelvan los problemas, miedicas y temerosos, inseguros, …

Sólo vemos algo de eso en nosotros cuando estamos bajo los efectos de «retirada» (bajón, resaca, depresión,…)

La mejor manera de demostrar humildad y honestidad es enfrentarse consigo mismo, armarse de valor, y empezar por desempañar ese espejo en el que nos miramos. Ese espejo sucio que apenas nos enseña el verdadero reflejo.

Sólo siendo sinceros y honestos podemos empezar a dar los primeros pasos y asomarnos a la verdadera realidad que nos envuelve. Cuando el espejo esté limpio … seguro que ya no nos gusta tanto lo que vemos.

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