Haciendo «amigos»
De pasar a ser el alma de la fiesta a convertirse en el pesado y baboso, sólo van unas copas de más. Pero, de ser una persona encantadora y bien recibida con los que todos cuentan y confían a volverse alguien que molesta e incomoda, va mucho más; la enfermedad.
Eso es lo que «conseguimos» durante el proceso de enfermar de alcoholismo:incordiar, ofender, resultar insultantes, hacer sentirse incómodos a demás y lograr que pierdan la confianza y respeto hacia nosotros porque nunca saben cómo vamos a reaccionar.
Los alcohólicos nos vamos (mejor dicho, nos van) aislando y dejando atrás a la gente y amigos que de verdad valen la pena.
Aparentamos que eso no nos importa, incluso nos compadecemos haciéndonos la víctima diciendo que nos han traicionado o abandonado.
La realidad es muy distinta: la gente huye porque a medida que enfermamos consumiendo desproporcionadamente y nuestros comportamientos se van volviendo cada vez mas indeseables, la situación se vuelve insostenible e insoportable.
Muchas veces prefieren no vernos para no sufrir o sentir vergüenza ajena. Eso sin contar los que se alejan para evitar conflictos y confrontaciones innecesarias.
Al final, los únicos «amigos» con los que nos quedamos son los cómplices, compinches, o camaradas de consumo.