» Hace caso a todos excepto a quien debería hacérselo»

 

¿Influenciable? Sería una buena palabra para comenzar este texto.

Influenciables, manejables, manipulables, maleables,…  nuestra falta de autoestima, la de los alcohólicos, nos lleva a una situación de desprecio y menosprecio hacia los que nos quieren bien y nos aconsejan intentando ayudar para tener fe ciega, obedecer, e incluso someternos a personas ajenas que apenas conocemos y lo único que nos une es compartir «momentos de barra» o simplemente consumo.

Esta situación es muy frecuente en los hogares donde el alcohol manda: Anulamos o no escuchamos las palabras de corazón que nos ofrecen pagándolo con desprecio o haciendo caso omiso. Siempre nos parece más «fiable» lo externo, lo que viene de afuera.

De algún modo hipotecamos nuestra vida emocional y sentimental entregándonos a los brazos de una amistad cómplice y de compadreo alcohólico.

En casa somos capaces de ser callados, reservados, introvertidos. Luego, con copas, nos abrimos y contamos confidencialidades a cualquiera que pasa.

Nos sentimos más queridos entre gente que bebe que entre la que de verdad está y ha estado siempre a nuestro lado.

» Díselo tú que si se lo digo yo no me hará caso» Esta es una típica expresión de esta forma tan extraña de actuar de los alcohólicos. Al que tiene cerca, ya ni le escucha ni le cree. Piensa que es el enemigo.

En todo entorno alcohólico siempre hay uno que parece el malo cuando en realidad es el más bueno. ¿Su único «pecado»? Atreverse a decir la verdad. Las cosas claras y directas. Y eso, eso a los alcohólicos … no nos gusta.

[youtube]https://youtu.be/F8BMm6Jn6oU[/youtube]