Hablar con una pared

¡Lo mismo,exactamente lo mismo! Hablar con alguien que ni te escucha,ni quiere hacerlo,ni le interesa,ni tan siquiera le apetece que le hables. Eso es hablar con una pared.

Todos los alcohólicos,tanto en activo como rehabilitados,hemos pasado por esa «fase de pared». Una etapa en la que ni tan siquiera contemplábamos la idea de que el alcohol fuera malo para nosotros y nos produjera consecuencias.

Es una fase en la cual nos creemos inmunes al consumo y a sus consecuencias. Pensamos que todo lo que se dice del alcohol es una mera exageración y que no va con nosotros el tema.

De hecho,aún cuando sabía que mi forma de beber no era muy normal y ya empezaba a tener serios problemas,especialmente de abuso y pérdida de control,cuando pasaba por delante de mí información sobre el tema en los medios,lo primero que hacía era cambiar de canal o pasar página.

Cuando esa tozudez y obstinación tan propia del comportamiento de un enfermo alcohólico persiste,existe una completa negación del problema, y se huye o evita afrontar el problema,pasamos del modo pared a serlo:Por mucho que nos digan,nos intenten ayudar,nos expliquen,…nos entra por una oreja y nos sale por otra. ¡Es más,la información no ha llegado todavía a un oído y ya tenemos el otro abierto para que salga rápido!

A los enfermos no nos interesa cualquier información relacionada con el alcohol porque ello supone una excitación y ansiedad al tener que procesarla y evidentemente sentirnos reflejados por un costado u otro,y eso supondría parar los consumos,que es lo último que queremos hacer en la vida.

¿Mensaje optimista…? ¡Siempre lo hay! Las paredes pueden taladrarse.