¡Grita!

» … te tiendo la mano, tu agarra todo el brazo. Y si quieres más pues, ¡Grita! ….»

Somos una generación que hemos asociado pedir ayuda con debilidad. Una sociedad que cree en qué necesitar ayuda es sinónimo de fragilidad y vulnerabilidad. Necesitamos demostrar y aparentar que todo nos va bien, que somos capaces de solucionar nuestros problemas y adversidades, que decir al mundo que si estamos mal, vacíos, insatisfechos, deprimidos, o simplemente desencantados y desilusionados, ellos nos van a juzgar y condenar por el hecho de no ser perfectos.

Una cultura del perfeccionismo, trepismo, una cultura de ego, prepotente, soberbia, arrogante. Una cultura, una era, un mundo donde no se puede salir a la calle sin el disfraz de «todo me va muy bien».

Pues lamentablemente no es así. A la mayoría de la población, precisamente, las cosas no le van bien y no son cómo pretenden aparentar.El desencanto vital planea sobre nuestras cabezas.

Pedir ayuda no es síntoma de debilidad sino de fortaleza, de sabiduría y prudencia. Los enfermos alcohólicos perdemos muchos años ofreciendo una descomunal resistencia por miedo a qué nos etiqueten y eso, eso es un grave error.

Si estamos mal, tenemos problemas por el consumo, las consecuencias nos torturan …¡Gritemos fuerte, pidamos ayuda!

Nunca, nunca, nunca, jamás de los jamases es tarde para rectificar y pedir ayuda. El no poder uno solo salir o saber cómo hacerlo es algo mucho más frecuente y habitual de lo que imaginamos, en casi todas las carencias emocionales pero especialmente con el alcohol.

Respecto a lo qué puedan pensar los demás o juzgarnos por pedir ayuda, existe un remedio: el Q.L.D  (Que les den)