¿Fin de semana o licencia para beber?
Las personas sin problemas de alcohol aunque consuman, jamás se sentirían aludidas ante este planteamiento. Sin embargo aquellos que hemos convertido muchos viernes de nuestra vida en días inolvidables (y no precisamente por lo positivos que han sido), sabemos de sobra que el viernes se «abre la veda» social.
Es fin de semana y automáticamente lo asociamos a «ya podemos beber sin sentirnos tan culpables».
Depende del estado en que estemos en el proceso, vamos un poco más allá con un pensamiento más alcohólico y retorcido: «Ahora ya puedo beber sin piedad porque tengo todo el fin de semana por delante para descansar».
Un viernes es muy especial. Es un día en el que si te sobrepasas o pierdes el control, el resto de la sociedad lo ve como algo casi «normal». Se lo toma como algo bastante frecuente y habitual.
Casi la totalidad de alcohólicos de nuestra quinta, de mediana edad, empezó por los viernes. Se inició en el consumo como todo el grupo y empezaron sus primeros escarceos con el abuso o pérdidas de control en fin de semana. De ahí comenzó nuestra «afición» a beber y celebrar estos días como días con permisividad, aceptación social, y licencia para beber.
Poco a poco a medida en que nos vamos habituando o enfermando, este tipo de días … nos alivia. Aunque bebamos casi todos los días o aprovechemos para hacerlo a la primera ocasión que se nos presente disfrazada de motivo, el saber que en viernes «todo el mundo sale y bebe», hace que nos sintamos menos tensos y observados.
Cuando bebía, en los inicios mucho antes de enfermar, esperaba los viernes o comienzo de fin de semana con la excusa de poder descansar y relajarme. La realidad es que me agotaba más porque empezaba a consumir y no paraba hasta casi el domingo. El poco resto que quedaba de tiempo lo aprovechaba para deprimirme.»[youtube]https://youtu.be/yziGiVua0Dg[/youtube]