¿Familiar y codependiente de alcohólico? Existencia agónica
Somos mucho de baremos, estadísticas y ránking a la hora de categorizar y dar un orden al sufrimiento: Paro, corrupción, terrorismo, crisis, guerras, etc. y cada día, con la ayuda de los medios, nos lo vamos recordando.
A mí, personalmente, me entristece mucho observar que en estas tristes listas de preocupaciones, escasas veces se contempla las auténticas prioridades.
No es que ponga en duda que estas situaciones sean trágicas y patéticas de nuestro comportamiento social, pero no considero que ninguna pueda ser más importante que el padecimiento de una enfermedad, y más todavía el de los familiares o personas cercanas que viven esta situación en su hogar.
La prioridad es la salud, y por mucho que nos quejemos o queramos poner remedio a las lacras del S XXI, la prioridad siempre, en cualquier lista, debe ser ésta.
¿De qué nos sirve encontrar el paraíso allí fuera si en nuestro hogar vivimos un infierno?
Y hablando de enfermedades, huyendo del morbo y sin subestimar a ninguna, la que me preocupa y ocupa siempre es la del alcoholismo y la codependencia que genera a su alrededor.
Sé que he hablado muchas veces de ello, pero es que no pienso cansarme sino todo lo contrario, insistir.
la situación personal de un familiar codependiente de un alcohólico es «otra» enfermedad derivada de la primera.
¿Podéis imaginar, aunque sea sólo por un momento, la tortura, amargura y agonía que viven los familiares, parejas o amigos de alguien que tiene una enfermedad que no la acepta, que no la reconoce, que no quiere dejarse ayudar, y que además arrastra a terceros?
Eso no es vivir, es agonizar.
Una agonía permanente y a veces eterna. Un sufrimiento que no acaba nunca. Un vivir (mejor sinvivir) en la duda, incertidumbre, desesperanza permanente.
Además, es una enfermedad «contagiada por una conducta de otro».
Están muy bien las preocupaciones sociales generalizadas y estandarizadas de esta era, pero no olvidemos que es más fácil comenzar a arreglar situaciones de adentro a afuera ( de nosotros primero, para luego ir aportando lo que podamos para mejorar lo del exterior) que hacerlo a la inversa.
Dicho en otras palabras: solucionemos lo personal y de casa para obtener un bienestar y seguro que luego, nuestra actitud mejorara por y para con lo demás.
Como siempre, no es una indirecta sino una directa e intencionada.