Evitando la verdad

La verdad, aunque resulte dura a veces, es lo único que en nuestra enfermedad, el alcoholismo, nos puede hacer reaccionar y salvar la vida.

Todos los alcohólicos evitamos por todas las vías posibles que se nos diagnostique como tales. Nadie quiere ser enfermo alcohólico, incluso habiendo sido recriminado por la forma de beber durante años y habiendo padecido múltiples consecuencias por el consumo, seguimos negando la evidencia.

Nuestra táctica primordial es evitar la verdad sea como fuere. Tenemos un sentimiento «anti-empírico» en el que siempre hablamos mal o cuestionamos la labor de todo aquel profesional que nos pueda sugerir problemas de alcohol.

Necesitamos creernos y alimentar nuestra propia mentira, minimizar las consecuencias, desdramatizar la situación aunque sea a través de la comparación con los otros( «Todo el mundo bebe», «Es una cosa muy normal», «puede que tenga algún problema pero de ahí a estar enfermo …»), aparentar y demostrar un control que no existe sobre el consumo, etc.

Todos los enfermos que hemos encauzado el camino de la recuperación o estamos en proceso de rehabilitación, hemos pasado por lo mismo. Ninguno nos creíamos que estábamos «tan» enfermos al inicio.

Cuesta comprender, y más asimilar, en una sociedad tan permisiva y que el alcohol está tan al alcance, que hayamos enfermado cuando muchos otros beben y no lo han hecho.

Perderemos más tiempo y nos desgastaremos más en «aprender a beber» que en simplemente dejarlo. Evidentemente, todos esos intentos si ya hemos enfermado, serán en vano.

Puede que nos duela que nos digan las cosas como son y no como nosotros querríamos oírlas, pero si hemos enfermado, …hemos enfermado, y la mejor opción … es recuperarse.