¡Es qué me han liado!
Una de las «perlas» de todo alcohólico: Dar la culpa a los demás del comportamiento que él ha decidido.
Por una parte, aunque fuera cierto (que evidentemente nunca es de este modo ya que quién se lía es uno mismo, nunca los demás te obligan), sería una muestra más de la baja o nula autoestima en la que te puede dejar esta enfermedad.
Menospreciamos e infravaloramos el poder del alcohol porque hemos normalizado su consumo, está legalizado, y forma parte de un rasgo social. Pensamos que porque no tengamos consecuencias visibles, su consumo prolongado aunque no sea de intoxicación diaria o de consecuencias trágicas, éste no hace daño y además, no será tan malo si todo el mundo lo hace.
Poco a poco lo incluimos en nuestro aprendizaje como algo fundamental de nuestra interacción y relaciones con y para los demás. Sin darnos cuenta, se convierte en una «necesidad básica» casi como el comer o beber cuando tenemos hambre o sed respectivamente. Ignorantemente vamos concediendo licencias a los jóvenes dándoles licencia para beber en un futuro («Cuando seas un poco más mayor ya podrás beber»), y es cuestión de desarrollo y ciclo vital para que lo incluyamos en nuestra manera de vivir vistiéndolo y disfrazándolo de tradicional, cultural, etc.
Lo que sucede con los años, es que al no haber una linea marcada y diseñada que separa al bebedor o consumidor del enfermo, esta se sobrepasa con más facilidad de la que podamos imaginar. Entonces llega un momento en que pretendemos estar en Misa y repicar a la vez, y eso, … eso no es posible.
Intentamos llevar una vida normal (no entraré en ningún absurdo debate de lo que considero normal porque por mucho que discutamos, al final todos entendemos el concepto) y queremos asumir responsabilidades pero a la vez conservar nuestro derecho al homenaje y descanso del guerrero: «he trabajado muy duro, he estudiado mucho, me he exigido demasiado últimamente, llevo mucha carga y peso a mis espaldas, el estrés me está superando, etc. y, me merezco un respiro y liberación».
Cuando esa liberación o alivio sólo nos viene con la pérdida de conciencia o distorsión de la realidad (bebiendo mucho o lo suficiente para evadirnos) es cuando realmente viene el riesgo y los problemas con el alcohol. Ya no importa dónde está la linea porque tarde o temprano, si pensamos de este modo, acabaremos cruzándola.
Comprendo, comparto, y animo a que toda persona tenga el derecho de relajarse y abstraerse de este asfixiante mundo de locos de vez en cuando, porque la situación convulsiva que vivimos es insoportable. pero no comparto que para ello tengamos que recurrir a sustancias por una parte, y a perjudicar a terceras personas por ello por el abuso de las mismas. Por eso, cuando alguno de nosotros, para justificar una conducta inapropiada por culpa del abuso o un consumo desproporcionado de alcohol emplea el típico, tópico, y cobarde «me han liado», veo mucho más que una excusa. veo … un problema.
¿Si nos sucede alguna vez? La expresión nunca es «me han liado» sino «me he liado».
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Buenos días, es cierto, siempre decimos lo mismo, «me han liado» cuando en realidad a nadie le lían si no quiere, incluso algunas veces que ponemos esa disculpa, somos nosotros/as quien la hemos liado.Leer más ..