¿Eres honesto contigo?
Es cierto que nadie se avergüenza o se disculpa por enfermar de cualquier dolencia, pero sin embargo, en los enfermos alcohólicos forma parte de nuestro proceso de sanación y recuperación el hacerlo, no por la enfermedad en sí, sino en cómo esta nos ha hecho actuar y por las conductas que hemos adquirido al hacerlo.
No lucho contra el alcohol u otras substancias. No lucho contra ellas porque sé que es más poderoso que yo y nunca le venceré. Simplemente voy por otro camino distinto al suyo. Partimos del mismo punto y con tratamiento, esfuerzo, comprensión y mucho trabajo de introspección, honestidad y reflexión, cada vez el ángulo del camino hace que la distancia sea más larga, nunca pediré perdón por ser enfermo, pero sí es justo y honesto pedirlo por los comportamientos que esta enfermedad me ha provocado.
Hay que ser muy honestos consigo mismos si realmente queremos salir de este infierno. Podemos hablar siempre de conductas, de comportamientos, de tipos, formas y maneras de consumir, de cantidades y frecuencias, de consecuencias, de lo que queramos hablar, pero si no somos capaces de reconocer cómo es realmente nuestra vida y no como creemos que es, será muy complicado recuperarse de esta enfermedad.
Un buen tratamiento y una recuperación adecuada son las únicas herramientas para cortar los cables correctos. No sirven los atajos, los caminos fáciles, las batallas sencillas de lidiar, ni mantenerse estables, firmes y convencidos no sin ello luchar contra nosotros mismos con el arma más compleja de manejar para el ser humano: La honestidad para y con uno mismo.
Por eso es tan importante la humildad a la hora de recuperarse, hay que ser capaces de mirarse en el espejo y ser autocríticos. Contarnos a nosotros mismos esas verdades que, durante muchos años de consumo, hemos evitado porque no nos gustan o no nos interesan reconocerlas.
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