Enfadados con el mundo

Cuando somos vencidos por el alcohol, nuestro estado de ánimo y actitud frente a ella es de enfado y frustración. Los alcohólicos estamos enfadados, muy enfadados, enfadados con todo y todos. Nos sentimos tan decepcionados, abatidos, y rendidos que necesitamos buscar culpables.

Así me sentí años y años. ¡Muy enfadado! Pero ese enfado no es como cito en el titular, con el mundo. Ese enfado es con nosotros mismos.

Al enfermar, no nos damos cuenta y el alcohol nos ha hecho caer en la trampa. No simplemente nos ha derrotado sino que también nos ha sometido. Se ha hecho «el puto amo» de nuestra vida. Él maneja nuestro rumbo y nos hace caminar por la senda que quiere.

La resistencia que ofrecemos ante la recuperación o el tratamiento nos crea un conflicto interno desesperante que nos tortura y logra que nos sintamos muy mal, muy solos, muy deprimidos, y lo más triste … muy confusos.

Somos enfermos que no sabemos que estamos enfermos: ¡Eso sí que es terrible!

Por eso, por muy mal que nos encontremos anímicamente, si es por el alcohol no debemos rendirnos y entregar nuestra alma como si la vendiéramos al precio de una botella. Todo lo contrario, hay que rebelarse a esta situación y buscar ayuda, motivar y animarse, recuperar la confianza y esperanza, y por supuesto luchar para volver a ser nosotros quiénes tomemos las decisiones y los caminos, no el alcohol.

Seguro que si nos recuperamos, ese enfado se irá convirtiendo en alegría, vitalidad, fortaleza, y una visión más hermosa y poética de la vida. Con ello, evidentemente, desaparecerá también la frustración que nos acompaña a todos los alcohólicos.

¿Recuperar la seguridad, la confianza, la autoestima, y la ilusión …? ¡También, pero primero habrá que comenzar a dar pequeños pasitos y entre ellos el decidir pedir ayuda y ponerse en tratamiento!