Encantadores de serpientes

 

 

Seductores,persuasivos,agradables,… así nos presentamos en sociedad. Quien todavía siga pensando que el alcohólico es un borracho que está tirado en el suelo tapado con cartones,tiene un gran problema de conocimiento y comprensión de esta enfermedad.

Cualquier pillería,picaresca,o artimaña que podamos desarrollar los enfermos alcohólicos nunca me puede dejar de asombrar. La capacidad extraordinaria de manipulación que tenemos hace de este sentido nuestra gran arma. Es lo que realmente nos convierte en encantadores de serpientes.

Capaces de sacar alcohol de debajo de las piedras,de sacarle una copa al más indignado con nosotros,de confundir a aquél que antes era una amenaza,de convencer a nuestro «adversario» de que el equivocado es él, de que la vida es maravillosa incluso cuando en nuestra mente se vive un infierno.

Es imprescindible utilizar toda la complacencia,condescendencia,encanto,y sociabilidad con los demás para obtener el beneficio que nos interesa;consumir y no ser reprochados por ello.

La estrategia nuestra,la de los alcohólicos,es clara.Caer bien a todos para cuando se nos ataque por nuestros consumos,haya más defensores que detractores.

La otra cara de la moneda es de puertas para adentro. Ahí ya sacamos nuestro verdadero «yo»:El enfermo,el inestable,el enfadado con el mundo,el inconformista y rebelde,…el frustrado.

Eso crea más confusión todavía,porque cuando las personas que nos quieren y se preocupan de verdad por nosotros,sacan a relucir o insinúan como es nuestro verdadero carácter,los de «afuera» dudan y no están de acuerdo con lo que se dice.

Incluso se oyen algunas aberraciones gratuitas e ignorantes defendiéndonos por falta de información y contexto,culpando a la familia o al hogar del motivo o causa del consumo. ¡Increíble pero cierto!

Parece que hay que vivir con un alcohólico para saber la auténtica verdad,porque lo que se aparenta socialmente es mera argucia y destreza del propio enfermo para sobrevivir bebiendo y agradando a los demás.