En caída libre

» ¡Todavía controlo…, sé donde está mi límite…, tampoco fue para tanto…, la gente exagera…, mi familia sólo ve lo que hago yo y no como beben los demás…,  no debe ser tan malo si todo el mundo bebe…, llevo toda la vida bebiendo y nunca me ha pasado nada…, yo no soy de esos que van borrachos cada día y está tirados por ahí…»

¿Estamos ya en este punto? ¿Estamos constantemente justificando y comparándonos con los demás? ¿ Nos enviamos mensajes para desdramatizar la situación? ¿Necesitamos demostrar o aparentar ante los demás que no somos tan alcohólicos? ¿Tenemos que dar siempre explicaciones? …

¡Entonces la cosa empieza a ir mal! Nos han educado y enseñado que con el alcohol hay una linea imaginaria que separa al bebedor del enfermo. Nos han contado leyendas urbanas y se nos ha trasmitido la información de generación en generación a base de estereotipos que marcan y señalan ese momento cuando se atraviesa esa linea entre el consumir y el enfermar como si ésta fuera visible y nos avisara un día antes, pero todo eso es una mentira, una invención popular, y argumentos de alcohólicos que predicaron durante años antes de reconocerse como tales.

Esa linea existe y no existe …porque no es visible. Quiero decir que uno va andando entre copa y copa y de repente, sin darse cuenta, ya se ha deslizado al abismo en caída libre. Ya no hay retorno. Uno no puede como en los dibujos animados aletear con las manos y quedarse suspendido en el descenso del barranco. Se cae cada vez a más velocidad y lo que sí es muy cierto es que abajo del precipicio …no hay red para amortiguar la caída.

Ante los primeros síntomas evidentes de que beber no es un placer sino una necesidad, hay que tomar medidas, y éstas son ponerse en tratamiento y dejarse ayudar sin hacer caso a los mensajes que recibimos de nuestra propia mente, porque ésta, probablemente está tan intoxicada que lo único que nos enviará serán a favor del consumo,nunca de la recuperación.