El último cartucho
No tentemos a la suerte porque cuando hay exceso o abuso de alcohol por en medio, no se trata de suerte sino de tiempo.
Podemos salir airosos de muchas situaciones, capear el temporal, ser perdonados una y otra vez, consentidos, malcriados y reincidentes pero llegará un momento en que la situación será insostenible e insoportable y se nos pasará la factura de todos nuestros comportamientos y conductas.
Es muy propio nuestro, de los alcohólicos, reírnos y jactarnos de todo y todos cuando las represalias y advertencias quedan sólo en eso.
Pero cuando tocamos fondo o cruzamos el límite (que seguro qué si no paramos, lo conseguiremos), todo cambia.
Luego vienen los lamentos y la autocompasión, los «no sé por qué me ha sucedido a mí, qué me ha pasado, y bla,bla,bla»
Jugamos con fuego constantemente, quemamos naves, nos burlamos de las oportunidades y continuamos bebiendo haciendo lo que nos da la gana como si fuéramos inmunes a las consecuencias, desgracias o tragedias.
Llevamos muchos años disparando y sin darnos cuenta, en un plis plas, el tiempo nos ha dejado con escasa munición, con un último cartucho. No lo usemos porque sino, después de ese … quedaremos desprotegidos y ya no valdrán «dimes y diretes», excusas, ni rollos.
Antes de que todo eso suceda, seamos prudentes y consecuentes pidiendo ayuda, poniéndonos en tratamiento, parando el consumo que nos está matando, e intentemos solucionar lo que todavía es solucionable.