El falso arrepentimiento

El falso arrepentimiento es nuestro «deporte nacional», el de los alcohólicos: Practicamos frecuentemente el arrepentirnos sin arrepentirnos.

Es un arrepentimiento de postureo. Convencemos a los demás que nos sentimos mal incluso haciendo promesas descabelladas y que no vamos a cumplir, exclusivamente por el hecho de evitar reproches, recriminaciones, y sentirnos peor todavía de lo que estamos.

Es cierto que en las horas siguientes a una borrachera, pérdida de control, o abuso exagerado del alcohol, nos sentimos mal, culpables y con mucha vergüenza. No sabemos donde meternos cuando nos despertamos después de una situación así. Intentamos hacer una regresión y componer esa infinidad de pensamientos desordenados y confusos que el alcohol nos ha generado durante la intoxicación e intentamos recrear «la película» para calibrar la cantidad de comportamientos inadecuados, ofensivos e insultantes para valorar el daño emocional, personal, o social que hemos causado con nuestra conducta durante el estado etílico.

En realidad, nos anticipamos a pedir perdón (un falso perdón, también) no porque lo sintamos realmente sino para acallar nuestra conciencia y calmar el entorno que suele estar bastante enfadado con nosotros.

Para ello apelamos a la manipulación, mentira, y excusas muy baratas. Tan baratas que son las mismas de siempre: » No lo haré más, no beberé de esta manera, yo no quería pero iba muy bebido, no sabía lo que hacía …» para acabar siempre con la cancioncilla de: «¡Perdóname, dame otra oportunidad!»

El patrón se repite una y otra vez, lastimando y desgastando a los demás a la vez que vamos perdiendo el respeto, la dignidad, y la credibilidad.

Quién de verdad está arrepentido … pide ayuda, se deja ayudar, y se pone en tratamiento.