El arrepentimiento pasajero.
Cuando los alcohólicos estamos en modo «arrepentimiento» o modo » remordimiento», … es una trampa.
Estamos así, en este estado, no porque lo sintamos sino porque los efectos del alcohol, al estar de retirada, producen que nos invada esta sensación magnificada de ansiedad, temor, y vacío que hace que nos comportemos mansamente: humildes, sumisos, condescendientes, complacientes y serviles, atentos y asustados.
Ese arrepentimiento es temporal al igual que lo es el período de euforia, chulería y falsa seguridad cuando vamos de subidón.
No son estados, sensaciones, emociones reales. Son defensas causadas por el abuso de alcohol.
No me gusta clasificar, dentro de la propia enfermedad, «cuánto» enfermo estamos. Un enfermo alcohólico lo es o no lo es, no es nunca medio, poco o mucho alcohólico.
Lo que si existen son fases y períodos dentro del alcoholismo (por consumo prolongado, excesos, pérdidas de control, etc) y abuso de alcohol.
En un abuso o intoxicación, las fases son muy observables: relajación, euforia, falsa seguridad, desinhibición, pérdida de capacidades cognitivas y motoras, pérdida de control, etc.
Sin embargo en un alcohólico, al tener más trayectoria y no necesitar emborracharse para aparentar la cantidad de alcohol que lleva en sangre y cada día le va consumiendo el cerebro (al tener mucha tolerancia y estar habituado al consumo, puede beber mucho y con frecuencia pasando desapercibido por su estado, ya que este puede aparentar normal), sus estrategias de afrontamiento son diferentes: No es que la haya liado un día, es que constantemente va intoxicado aunque no de muestras.
Por lo tanto, su repertorio de excusas, argumentos baratos e historias para no dormir han sido más que utilizados. Entonces, al desgastar sus bazas, sólo les queda engañar y manipular apelando a «lo temporal»: » Lo siento mucho, no lo volveré a hacer, es la última vez, dame una oportunidad, …»
Por esa razón, cuando un enfermo tiene un exceso de humildad o arrepentimiento, si no queremos que se quede en eso, en un estado transitorio y temporal que desaparecerá con las próximas copas, que no nos diga, prometa o hable. ¡Qué actúe!