El alcoholismo y la inmadurez van de la mano

Los enfermos alcohólicos somos personas que hemos vivido demasiado tiempo en otra dimensión, sin madurar, huyendo de responsabilidades, viviendo permanentemente en la inestabilidad y en un lenguaje más vulgar y directo: haciendo lo que nos ha dado la gana.

Con la ley del mínimo esfuerzo: queremos todo rápido, no cargar con la culpa de nada, poder quejarnos en nuestros continuos fracasos y huir de cualquier referente o acción que signifique madurez, sacrificio, o responsabilidad. Estamos entrenados para que trabajen y nos resuelvan los problemas los demás.

Cuando un alcohólico intenta por su cuenta curarse sin trabajar su aprendizaje alcohólico y sigue manteniendo sus conductas tan propias de la enfermedad: inmadurez, inmediatez, pataleo, mentira, manipulación, autocompasión y victimismo, por mucho que permanezca en abstinencia y no consuma su mente seguirá empapada de alcohol.

Dejar atrás la arrogancia y el orgullo, los días de flagelación y tortura mental por las consecuencias del consumo, la falta de credibilidad y respeto que nos ganamos a pulso cuando consumíamos, el recuperar y subir la autoestima y volver a actuar con respeto, responsabilidad y madurez, es una experiencia tan maravillosa que hay que vivirla para poder describirla con detalles.

El alcoholismo es una prenda que combina muy bien con todo lo que sea inmadurez, irresponsabilidad y egoísmo.

 

 

 

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