Diversión no es beberse hasta el agua del río
Uno debe saber reinventarse siendo la misma persona en un mundo donde el alcohol es más barato que el pan y beber está tan normalizado que los niños, en vez de pedir un regalo cuando acaban el cole de secundaria te piden poder ir de verbena en verbena, porque saben que ahí correrá el alcohol y lo podrán probar o consumir en exceso.
Cada vez tiene más fuerza, cada vez se fabrican más futuros alcohólicos, cada vez se justifica más el consumo, cada vez, muy lamentablemente, se asocia más la idea de diversión, bienestar y placer con el beber. Nos pueden decir muchas cosas, informar y concienciarnos, advertirnos y sensibilizarnos, pero cuando enfermamos la decisión y última palabra la tenemos nosotros, los enfermos ya no quedan atajos, experimentos, intentos desesperados de control, ni nada por el estilo porque el problema es crónico, irreversible y sin vuelta atrás
Por ejemplo, el siempre querer una más, esa ansia de beber y beber como si se fuera a terminar el alcohol, es ya de por sí una muestra de necesidad. Por lo tanto, al no beber por placer nuestro consumo ya se aproxima más a lo enfermizo.
No busquemos otros motivos porque no los hay.