Disociar

Cada vez tiene más fuerza, cada vez se fabrican más futuros alcohólicos, cada vez se justifica más el consumo, cada vez, muy lamentablemente, se asocia más la idea de diversión, bienestar y placer con el beber. Nos pueden decir muchas cosas, informar y concienciarnos, advertirnos y sensibilizarnos, pero cuando enfermamos la decisión y última palabra la tenemos nosotros, los enfermos ya no quedan atajos, experimentos, intentos desesperados de control, ni nada por el estilo porque el problema es crónico, irreversible y sin vuelta atrás.

Cuando lo hemos intentado todo para dejar de beber y no lo hemos conseguido es porque no lo hemos hecho bien o como era debido.
Hay quién piensa que existe un manual para hacerlo el cual te dice todos los pasos, para así de este modo “curarse”. Nada más lejos de la realidad

En la recuperación no forma parte la inmediatez y la impaciencia, las prisas en general, los atajos para llegar antes, los programas a la carta. No forma parte el pataleo, la inmadurez, las rabietas, los enfados con el mundo, con las personas en general y con uno mismo.

La recuperación es sinónimo de avanzar y crecer como persona sin necesidad de refugiarnos en sustancias que nos produzcan efectos. No valen las rabietas, los pataleos, la rendición o el enfado. Hay que dar paso tras paso y para atrás ninguno. Ningún paso hacia atrás ni tan siquiera para coger impulso.

Ya doy por supuesta la abstinencia como mal menor para comenzar un buen proceso de recuperación. El verdadero trabajo del alcohólico que quiere resucitar de sus propias cenizas es mucho más largo y profundo.
Si un enfermo, por muchos días o meses, terapias y cambios no es capaz de empatizar y darse cuenta,  una de dos: o no se han enterado en qué consiste una deshabituación y recuperación alcohólica, o han hecho un programa de mierda, por muchas horas que lleven sin consumir.

Mira nuestro vídeo pinchando en el enlace o la imagen

https://youtu.be/tKEOK_7rV7A

 

 

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