Del puntito al puntazo
«La resignación es un suicidio cotidiano» Honore de Balzac
Puede que bebamos por placer,pero siempre buscamos un ligero efecto en el alcohol que nos proporcione esa sensación gratificante de bienestar y despreocupación. Más campechanamente,los que definiríamos como el «punto».
Coger ese punto consumiendo y permanecer en un estado de equilibrio y moderación (que el alcohol ingerido no sea suficiente para producirnos consecuencias) es,al fin y al cabo,lo que buscan todos los bebedores cuando socialmente o por un acontecimiento especial beben más de lo acostumbrado o habitual.
El problema está cuando se sobrepasa el límite. El alcohol siempre tiene trampa. Una de las más significativas es que, cuando estamos bien …queremos más. De hecho,el efecto desinhibidor (Ah,me da igual todo,mañana ya veremos…) hace que incluso cuando hemos conseguido ese estado (el punto),sigamos consumiendo más y más sin tener la intención de parar.
Luego,hay que tener en consideración que a más consumo (cantidad y frecuencia),más tolerancia. Eso significa que las dos copas de antes que nos ponían a tono,ahora necesitamos cuatro. Llega un momento en esa trayectoria de consumo que cada vez necesitamos más cantidad y nos produce menos efecto.
Y al final …se rompe el interruptor. Ese «clic» mental que nos hace decir ¡Basta!,se estropea. Entonces ya comienza el camino directo hacia el infierno. La incapacidad de controlar los consumos,tarde o temprano nos conducirá a la enfermedad.
Pasar con frecuencia del «puntito» al «puntazo» es síntoma de enfermedad. Que nadie se atreva a dudarlo.[youtube]http://youtu.be/BHRFZFmEq9o[/youtube]