De verdad, el alcoholismo siempre está en casa ajena?
Nos camuflamos de bebedores sociales, de personas extravagantes y divertidas, con un saber vivir intensamente y con una apariencia externa de triunfadores, que todo nos va bien, presumimos de despreocupados y nos permitimos el lujo de con mucha prepotencia y arrogancia, ser socarrones y reírnos de todo y todos”.
No podemos seguir con esta prepotencia y soberbia de pensar que los alcohólicos, drogadictos y resto de colectivos que acaban en la total destrucción, exclusión o marginación, siempre son “los otros” o los “hijos de los otros”. La sombra del alcohol es muy alargada: siempre planea y acecha a cualquiera de nosotros o nuestra familia.
A pesar de la abundante información de la que disponemos sobre las consecuencias, de ver cómo en nuestras propias familias algún miembro se ha autodestruido o ha arrasado con todo por culpa del consumo, de saber que es una de las drogas más potentes, más extendidas y permisivas y que va para largo por no decir siglos su permisividad y legalidad aun de mostrando con creces, no con estadísticas sino con hechos contrastables, que es unos de los principales causantes de muerte o trastornos directa e indirectamente en el mundo… a pesar de todo ello, vamos in crescendo.