De tanto echarme la culpa … ya me siento culpable

 

No tengo comentarios para describir la dureza y crueldad con y para los familiares que llegamos a tener los enfermos alcohólicos, capaces incluso de ir un paso más allá del límite de lo exagerado cuando se trata de chantajear, manipular, ofender, y atacar.

Una capacidad asombrosa de manipulación que incluso hacemos dudar al más cuerdo de su cordura

Este titular, el sentirse culpable o llegar a dudar en realidad el familiar si será verdad lo que le dice el enfermo, refleja muy bien nuestra forma maquiavélica y venenosa de manejarnos en nuestra enfermedad.

«¡El loco/a eres tú!»- así se llegan a sentir algunos familiares codependientes y así lo expresan. Algunos ya te dicen de antemano, que le pasa esto o lo otro pero que la culpa es suya (del familiar que está hablando).

Los enfermos necesitamos tener «firmeza» a la hora de negar nuestra enfermedad. Para ello utilizaremos todas las artimañas y argucias posibles para hacer ver y creer a los demás que están exagerando o se están equivocando con sus reproches. ¡Vale todo! : Mentiras, tramas, chanchullos, engaños, …

El objetivo es hacer dudar y desestabilizar el criterio razonable del otro. El que nos ama pero se antepone a nuestro consumo, automáticamente se convierte en una amenaza y hay que eliminarla o anularla. Para ello atacaremos sin piedad y le haremos dudar incluso de la evidencia.

Para poder seguir bebiendo haremos lo que sea necesario. No nos importará dañar los sentimientos, hacer chantaje emocional, o utilizar un lenguaje cruel y ofensivo para defender nuestra posición, aunque esta sea incorrecta e inapropiada, con tal de poder conseguir nuestra prioridad; beber.

Si no se vive de cerca, uno no se puede llegar a imaginar esta situación hasta que extremo puede llegar de crueldad y manipulación por parte del enfermo.

Los alcohólicos sólo queremos a la botella. Todo y todos los demás, siempre quedarán en un segundo plano. ¡Duro, pero muy real!