¡Dame una oportunidad! ¿Otra, cuántas más?

Me indigno solo al pensar cuántas oportunidades da esta enfermedad, el alcoholismo, y no sabemos aprovecharlas cuando en casi todas las demás enfermedades la gente daría todo y más de lo que tiene sólo por una.

Paradójicamente, nos agarramos a la autodestrucción antes que a la recuperación. Nos pasamos media vida, aquellos que tenemos la suerte de poder salir de este infierno, intentando evitarlo. Nos es más cómodo seguir consumiendo y amargando la vida a los que nos rodean que hacer «el esfuerzo» por ponernos bien y volver a vivir.

Tengamoslo  muy presente, el alcoholismo es una enfermedad doblemente agradecida: Por una parte te ofrece muchas oportunidades para rectificar y por otra, la recuperación depende de nosotros mismos y no de máquinas, técnicos, fármacos, especialistas o la propia esperanza.

Por lo tanto, no concibo ni tolero las quejas, los lloros y lamentaciones con lágrimas de cocodrilo, las comparaciones, el victimizar y compadecerse.

Quien de verdad quiera recuperarse … que se ponga el mono de trabajo y se haga responsable de su recuperación dejando ya de una vez de poner excusas y echándole la culpa al mundo.

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