» Cuando ya empiezas a compararte …»

» Bebo, pero no me drogo, ¡Los demás también beben mucho!, Al menos no monto escándalos y aunque beba mucha cantidad lo sé llevar …, Llevo toda la vida bebiendo …, Sólo bebo los fines de semana y no cada día como …, Yo al menos lo puedo dejar cuando quiero y no como otros …, Por muy colocado que vaya nunca me verás borracho …, Por mucho que beba y algunas veces me pase yo al menos mantengo la familia y no pierdo el trabajo …, Aunque lleve años consumiendo siempre estoy pronto en casa y nunca salgo de marcha desapareciendo …, Mi manera de beber es con control y no como esos que …»

Todo este tipo de expresiones comparándose, demostrando o aparentando capacidad de control o menor gravedad que «otros» no dejan de ser auto justificaciones (excusas a secas) para acallar nuestra conciencia y como contraataque a los reproches y recriminaciones continuas que se nos hacen.

Nos comparamos para sentirnos mejor y siempre lo hacemos co gente que «parece» que lo hace peor. Apelamos a que seguimos teniendo trabajo, que aunque bebamos no hemos abandonado nuestras responsabilidades, que seguimos manteniendo la familia, y que sabemos beber aunque la frecuencia y la cantidad sean más propias de la enfermedad que del consumo placentero.

La historia de los alcohólicos siempre es la misma. Es la misma representación teatral donde lo único que cambian son los personajes y los escenarios. Todo es una farsa: mentiras, excusas, justificación y minimización de las consecuencias, apariencia, manipulación de nuestro entorno, confundirlos, despistarlos, engañarlos, etc.

Es una negación constante donde cualquier recurso que nos sirva como treta o artimaña para autoconvencernos y demostrar a los demás que en realidad no estamos tan mal, como por ejemplo la comparación con los demás, nos es muy útil para evitar dejar de beber y poder seguir consumiendo.