¿Cuándo será esa última copa?
Durante nuestra fase más destructiva del consumo hay una fase agridulce en la que «comenzamos» a plantearnos la situación. A esta se le llama precontemplación.
No queremos dejar de beber pero sabemos que bebiendo no vamos a ninguna parte, a no ser que queramos coger el camino directo a la tumba, la prisión o el psiquiátrico.
Tampoco reconocemos ni aceptamos la enfermedad y seguimos ofreciendo mucha resistencia. Sin embargo, una voz interna nos habla y nos dice: ¡No vamos bien!
De esta fase, si se profundiza e interioriza, podemos pasar a la siguiente: Contemplación.
Aquí, aunque el nombre de la definición sea similar, hay una gran diferencia: se pasa del «algo no va bien» al «¡debo de dejarlo ya!»
Una nueva vida, una recuperación eterna comienza por tomar la última copa sin posibilidad de que vuelva a aparecer otra.
Es un día sin horario ni fecha en el calendario, es un día en el que estar harto de estar harto … nos activa.
¿Cuándo nos activamos entonces?
Esa es la pregunta del millón. La cuestión que no tiene una respuesta predecible y que a veces ni la tiene.
Pero sí existe un proceso de negociación y toma de decisión.
Por eso, aunque lo habitual para un alcohólico es decir que va a dejar de beber y ya no lo hará nunca más, aunque no le creamos porque con creces nos lo habrá demostrado, planteémosnos los que estamos a su lado que tal vez … en esa ocasión sí sea su última copa.
Millones de personas rehabilitadas y recuperadas pasaron por ahí y les funcionó.