El complejo de superioridad alcohólico
Al enfermar, todo y todos nos parecen despreciables e insignificantes. La mentira del alcohol hace que nos subamos «un nivel superior» y nos creamos que estamos por encima del bien y del mal. Mantenemos un enfado con el mundo y hasta con nosotros mismos que, la única manera de soportarnos, además de beber para anestesiarnos, es inventarnos una imagen y autoconcepto de que somos especiales, que los demás se equivocan, y que si hacemos lo que hacemos … es porque lo tenemos controlado.
Esa falsa sensación o falacia de los sentidos producido por el abuso o consumo prolongado nos crea un complejo equivocado de superioridad: el complejo alcohólico.
Despotricamos, criticamos, juzgamos y prejuzgamos sin conocimiento de causa, ofendemos, desacreditamos, … a todo lo que se mueve.
Esta rabia o ira manifestada no es más que el sabor de la derrota y la frustración. Nos sentimos tan mal y abatidos y con tan poca autoestima que para no enfrentarnos a nosotros mismos y afrontar nuestra existencia de mierda, proyectamos todas esas sensaciones y emociones hacia y para los demás.