Compararse con los demás es siempre un acto de huída.

«¿ Y yo por qué no puedo beber y los demás sí? ¡ Ellos también beben y nadie se mete con ellos!, ¡Fulanito y menganito beben más que yo! …»

Este tipo de argumento barato para justificarse es un recurso muy típico para manipular y hacerse la víctima a la vez.

Cuando uno ha enfermado de alcoholismo tiene que dejarse de fijar en los demás y salvar su propio culo.

Una vez que se pasa esa imaginaria y a la vez real linea que separa al bebedor del enfermo, hay que buscar por todos los medios salir de ese pozo cada vez más hondo y olvidarse de tonterías y especialmente de cómo consumen los demás. El problema lo tenemos nosotros y nosotros debemos solucionarlo.

Menos comparación y más actuación.

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