Compararse
La comparación, para un alcohólico o drogadicto, es un recurso o argumento muy débil que apenas se sostiene por sí mismo.
” ¡Es que los demás también beben, lo hacen, consumen más, toman otras sustancias, se pasan y descontrolan, …!”
Cuando consumimos más de la cuenta, abusamos con frecuencia del alcohol o drogas, cuando buscamos un efecto de escape de la realidad, perdemos el control del consumo o simplemente hemos dejado atrás esos tiempos en que sólo bebíamos por placer, necesitamos justificarnos y comenzamos con las excusas.
Una excusa muy habitual y frecuente es la comparación con los demás. Pero los demás no son “los demás”, sino los que lo hacen igual o peor que nosotros.
Para compararnos, buscamos perfiles similares porque al estar intoxicados tenemos una mirada muy fea y una perspectiva sucia del mundo. Todo lo vemos en un tono grisáceo tirando a oscuro. De ahí a que nos quejemos continuamente, despotriquemos, y estemos siempre enfadados con el mundo. La vida nos parece fea y sin sentido no porque lo sea, sino porque nosotros la vemos de este modo por culpa del consumo.
En primer lugar, decir sobre este “argumentecillo” que a nuestros seres queridos les importa muy poco lo que hagan los demás porque estos no conviven con ellos, sino que les preocupamos nosotros.
Por otra parte, las comparaciones con personas que tienen la misma actitud no les sirven de referencia ni tampoco de justificante.
Esta conducta tan propia y característica de la enfermedad, cuando el alcohólico o drogadicto decide recuperarse y salir del infierno del consumo, va desapareciendo. Si uno hace bien su proceso de cambio, su mirada vital irá adquiriendo color y cada vez más tonalidades. Su manera de ver la vida y a las personas cambiará también. Es entonces cuando nos daremos cuenta de que no todos los demás consumen, se emborrachan, la lían constantemente, abusan con frecuencia, y van todo el día puestos y bebidos.
Observaremos que hay mucha más gente que lo hace bien que mal. pero eso sólo lo podremos ver desde una mente sobria y serena.
En fin, por los viejos tiempos, cómo dice la canción, para que volvamos a tener una mirada limpia como esa que tuvimos antes de enfermar.