Compararnos

 

La estrategia de comparar nuestro consumo con el de los demás no es imparcial porque siempre tenderemos a fijarnos en quiénes lo hacen peor.

Es un recurso muy propio de la conducta alcohólica: minimizar nuestra forma de beber comparándonos en aquellos que beben más cantidad, con más frecuencia, o simplemente que sus consecuencias son más visibles.

La avestruz, por mucho que esconda la cabeza, no evita el peligro. Pues lo mismo pasa con el minimizar el problema del alcohol. No porque otros lo hagan peor significa que nosotros lo estemos haciendo bien.

De todas formas, cuando alguien tiene la necesidad de compararse para justificar su forma de beber, el síntoma que delata no es nada bueno.

Cada uno debe saber dónde está su límite y diferenciar cuando bebe por placer de cuando lo hace por busca del efecto y necesidad. En ese matiz está la diferencia: En el por qué bebemos,no en el cómo y cuánto. Porque lo último es posterior, pero la enfermedad aparece cuando se cruza esa extrema linea que separa estos conceptos.

Una vez enfermado, ya te puedes comparar con quien quieras porque lo que no hagas ahora, …con el tiempo muy probablemente acabes haciéndolo igual o peor con aquél con el que te comparabas.

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