Calma tensa
Siempre he considerado que si hubiese una expresión para definir el ambiente que se respira en el hogar donde vive un alcohólico, sería esta: «Calma tensa».
La calma fruto de la frustración y el conflicto interrumpida no es calma, es tensión acumulada.
La calma tensa es esa aura que planea y penetra en el entorno y ambiente, silenciosa y penetrante que se refleja en los gestos, en las miradas, en los rostros y expresiones.
El alcohol es el «regulador»o el «termostato»: según la cantidad ingerida por la persona que tiene y sufre el problema, se activa o reduce la tensión, la discusión y el transcurrir de ese momento.
Los demás siempre están a la expectativa. Muchas mentes piensan en voz alta y están diciendo en el interior de su cabeza, con esa expresión de inquietud e incertidumbre:
» ¿Cómo vendrá hoy?, ¿De qué humor estará?, ¿Habrá bebido?, ¿Volverá la discusión?, …»
Esa situación es insostenible en cualquier hogar del mundo, y lo más triste y desesperante es que además de suceder constante y frecuentemente en muchos hogares, el que la crea … la mayoría de veces no es ni consciente.
Muchas veces veo a personas presumir o jactarse de estar recuperados porque se mantienen en abstinencia y aunque ya no creen conflictos o incomodar a los demás, siguen sin darse cuenta ni reflexionar, y mucho menos empatizar, con todo lo que generaron con su enfermedad. Y eso, eso me entristece porque como alcohólico he aprendido a perdonarme y saber gestionar la culpabilidad que me abrumaba, pero nunca he dejado de pensar que mi enfermedad no era «mía» en exclusiva, sino de todos los que me amaban y querían.
Si pretendemos recuperarnos de alcoholismo, que la calma no sea tensa, simplemente sea calma calma.