«Bebo porque no me gusta el mundo»
La lista de excusas para beber es infinita, pero reconozco que esta que pongo en el titular es una de las qué más me llaman la atención por su frecuente utilización.
En primer lugar, no creo que nadie beba porque no le guste el mundo sino más bien porque no se gusta a sí mismo, que son dos cosas completamente diferentes.
A pesar de estas dos visiones tan diferentes, están condenadas a ir correlacionadas: Si no te gustas a ti mismo … es imposible que te guste el mundo.
Eso de enfadarse con el mundo es una chorrada. Vivimos lo que tenemos que vivir, en el momento que nos toca y con las circunstancias que nos rodean.
No se trata de hacer filosofía barata, pero considero mezquino y cobarde culpar a los demás o al mundo de algo que no es culpable, porque si existiera «esa posibilidad», probablemente todo el planeta sería alcohólico.
Puede que la sociedad esté enferma, que el mundo nos parezca una mierda (esa es la visión más lógica cuando uno ha sido vencido y derrotado por la botella), pero la vida es maravillosa. La vida es maravillosa, hermosa, sensacional, fantástica, es un regalo. Que tú, porque te has refugiado en el interior de una botella para no afrontarla y des esa perspectiva tan gris y negativa del mundo … no es problema de los demás sino tuyo. Y más que tuyo, muy seguramente del alcohol. El alcohol y su enfermedad, que han hecho que veas al mundo feo cuando no lo es.
¡Deja de buscar culpables y ponte en tratamiento!
«Excusas para beber hay mil. Motivos, ninguno.»