Autodisciplina, la mejor medicina.

No hay mejor remedio que una férrea disciplina para salir del infierno del alcohol. Una disciplina «auto»: premeditada, planificada y organizada. Nunca impuesta u obligada.

La diferencia entre marcarse un plan de actuación a que te lo marquen es inmensa. Especialmente en los enfermos alcohólicos que siempre hemos estado, como parásitos, supeditados y dependientes de otros a través de nuestra buena arte de la manipulación.

Insisto en que no tiene que ser una imposición porque todo lo que implica una orden ya no es bien recibida en nuestra mente todavía intoxicada.

Hay que dejar de ser inmaduros, tener inmediatez, abandonarse o vivir en la dejadez y sedentarismo, parar ya con nuestra irresponsabilidad y ponerse ya de una vez el mono de faena y comenzar a hacer las cosas como tocan y deben ser, sin saltarse reglas o cogiendo atajos.

Ya sé que es duro, y más cuando es uno mismo quién debe trazarse ese plan que precisamente es todo lo contrario a lo que habitualmente ha hecho durante su vida de consumidor.

Cierto, es duro. Pero sin duda es la mejor medicina que se ha inventado. Porque la disciplina nos llevará al cambio y salir del caos, nos dará fuerzas y motivación, y aunque los resultados no sean inmediatos, cuando pase el tiempo y veamos el trabajo hecho es cuando nos daremos cuenta de la evolución y de cuánto nos hemos alejado del alcohol.

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