Atormentado y atormentando.

No reduzcamos la enfermedad del alcoholismo a la individualidad, porque siempre que alguien enferma, muchos alrededor caen con él.

En este submundo, después de la tormenta … siempre acaba viniendo otra tormenta. Sí, no se cumple el dicho popular. Por eso, el concepto atormentado viene perfecto para definir toda esta situación tan lamentable.

¿Atormentado? ¡Mucho! Un enfermo alcohólico no vive, «sobrebebe». La angustia y la ansiedad, la soledad, la irritabilidad y la inestabilidad son sus apellidos.

Pero ahí no acaban las consecuencias: Es que además de no vivir, tampoco deja vivir a los demás.

La apariencia engañosa de felicidad y buen humor es sólo una máscara cara a la galería. Es muy importante parecer que todo va bien y todo está controlado evitando mostrar la verdadera cara que está oculta. Es increíble como se ha condicionado socialmente esta asociación de beber alcohol con fiesta, risas, juergas, etc cuando sucede todo lo contrario. gritos, ruidos, insultos, conflictos, desprecios, malos tratos, anulación y manipulación.

Cuando los demás observáis a alguien que a pesar de beber mucho, con frecuencia y en abuso y su estado os parezca «normal» e incluso hasta divertido, intentáramos echar un vistazo a su hogar (o a lo que él pueda llamar así) y comprobaríamos que son casas donde nunca «hace buen tiempo», sólo cae tormenta.

Lo mismo exactamente si pudiéramos profundizar en su mente: sólo veríamos tormenta también.

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