alcoholismo y punto.
La complejidad de esta fase, por llamarlo de alguna manera, está en que es más fácil y cómodo seguir bebiendo que dejarlo. Uno se encuentra en su zona de confort con el consumo, probablemente lleve años e incluso décadas y sus consecuencias nunca hayan sido muy exageradas para tener que plantearse el parar de beber, pero ahora ya el alcohol ni le sienta igual, ni le hace el mismo efecto que antes.
Nuestra actitud cambia de la noche a la mañana, y eso no sucede por una inestabilidad o alguna patología inusual, sino simplemente por una sustancia que va y viene haciendo lo que le da la gana con nosotros.
Puede que lo acepte y asuma, moderando su consumo o poco a poco reduciéndolo a esporádico y ocasional. O, todo lo contrario: que cada vez necesite más alcohol y otras sustancias para encontrar ese efecto de antes que tiene grabado como gratificante y de recompensa (eso sucede al adquirir una alta tolerancia). Por otra parte, se puede caer en el incremento de frecuencias de consumo (de beber cada fin de semana o de vez en cuando, empezar a acortar distancias en el tiempo) y adquirir una fuerte dependencia.
Si tu vida está diseñada o programada sólo para y por el consumo…no es vida, es existencia. Una persona enferma y vencida por el alcohol que necesita siempre consumir, su dosis, el efecto y las copas para poder funcionar no puede saborear ni contemplar nunca lo que es vida porque su estado no se lo permite.
¡Hay que hablar claro, directo, sin tapujos y dejarse de tanta tontería social! Lo que es, es. Y si lo que ocurre es alcoholismo pues hay que decir alcoholismo y punto.